"Somos eco del pasado, que venimos a despertar, a la mujer del futuro"

martes, 13 de marzo de 2012

Martina Castell Ballespi

Lleida, 1852 - Reus, 1884

Hija de una larga saga de médicos leridanos, Martina Castells no lo tuvo fácil para acceder a los estudios. Más allá de las dificultades que una mujer pudiera encontrar en aquellos tiempos, la salud de Castells sufrió algunas sacudidas durante su niñez que la fueron apartando del aprendizaje en diversas ocasiones.
En Lérida, pudo estudiar en un par de colegios femeninos, pero la muerte de uno de sus hermanos  le comportó más problemas y otra vez se vio apartada de los estudios. A pesar de todo, ella se dedicaba a escribir y a publicar poesía.

La Revolución de 1868 cambió su vida cuando el nuevo Estado permitió a las mujeres el acceso a las carreras científicas. Castells suplicó a sus padres para volver a los estudios y en junio de 1887 acababa el bachillerato en el Instituto de Lérida para ingresar en la facultad el mismo año. Fue a la Universidad de Barcelona y, como era de esperar, escogió la carrera de medicina. En el año 1881 finalizaba sus estudios y solicitaba el examen de licenciatura el 20 de junio del mismo año; consiguió el permiso el 4 de abril de 1882. Nota final: excelente. El mismo año se doctoraba en Madrid apadrinada por el doctor Josep de Letamendi. Se especializó en Pediatria.


En su tesis, Martina Castells reivindicaba la educación de la mujer como un tema de gran actualidad y de vital importancia. Un conflicto que ella pudo superar a fuerza de una voluntad excepcional y por una predestinación a la medicina por la condición hipocrática de la familia. El doctorado de Castells no pasó desapercibido en los medios de comunicación. 

Desgraciadamente, toda esta fuerza y esfuerzo por llegar a donde muy pocas mujeres habían podido acceder fue acallada el 21 de enero de 1884. La doctora Martina Castells moría con sólo treinta y un años, mientras estaba embarazada, ya casada con el doctor Constantí, médico militar. También su muerte tuvo resonancia: La independencia Médica (1884) anotaba que la joven médica tenía un futuro muy brillante y en La Gaceta de los Hospitales (1884) la calificaban de «distinguida sacerdotisa de Esculapio».

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