Matilde Padrós Rubió nació en Barcelona en 1873, hija del comerciante textil catalán Timoteo Padrós y de Paulina Rubió. Nació en el número 11 de la calle del Coll y tuvo cuatro hermanos más.
La familia se trasladó a Madrid siendo Matilde una niña y abrió una tienda de modas, llamada El Capricho, en la esquina de las calles Alcalá y Cedaceros.
Asistió, como buena burguesa, a un colegio privado, y al final del curso se presentó por libre a los exámenes en el Instituto San Isidro. Terminó el bachillerato el 1 de julio de 1887, con 14 años, con nota de sobresaliente. Solicitó el ingreso en la universidad Complutense, que ejercitó al comenzar el curso siguiente. En el tiempo en que Matilde ingresó en la universidad, nueve de cada diez mujeres que entraban a comprar en El Capricho no sabían ni leer ni escribir.
La universidad no estaba cerrada a las mujeres, que podían examinarse; sin embargo, lo que parece que estaba prohibido aun era asistir a clase. De hecho Matilde, matriculada en la universidad, tuvo que estudiar el primer curso en casa y, en el verano de 1888.
Es posible que a Matilde esta situación de tener que examinarse por libre no le gustase nada; además, probablemente encontraba que era un hándicap no poder asistir a las clases como sus compañeros hombres. Por esta razón o por otra, lo cierto es que, cara al segundo curso, don Timoteo se dedica a mover Roma con Santiago para que su hija pueda asistir a las clases. Finalmente, lo consigue.
La asistencia de Matilde a las clases, no obstante, no era normal. Siendo como es el conocimiento de peña del otro sexo y el ligoteo un hecho colateral de ser universitario, ni Matilde ni sus compañeros pudieron catarlo; ella jamás tuvo contacto normal con sus compañeros de clase.
Matilde acudía al edificio , en lugar de dirigirse al aula, lo hacía a la sala de profesores. Allí esperaba a que llegase el profesor que iba a impartir su clase, momento en el cual, acompañada por éste y por un bedel, iban los tres al aula. Así escoltada entraba Matilde Padrós en el aula, para sentarse en una sillita junto a la mesa del profesor, lejos de los escaños de los alumno. Al terminar la lección, regresaba a la sala de profesores igualmente escoltada donde, al finalizar la última clase, la esperaba algún pariente suyo o criado, que la acompañaba a casa. Matilde Padrós, por lo tanto, nunca intercambió conversaciones ni contactos con sus compañeros de clase, como no fuesen los extremadamente formales que permitía este régimen. Además, vestía de una forma muy recatada y oscura. Los estudiantes de su curso la apodaron La Niña.
En casi todas las asignaturas, entre las que se cuentan el griego, la metafísica, la literatura, el hebreo, sacó sobresaliente. El 19 de junio de 1890 aprobó el último examen de su licenciatura.
Con posterioridad, ya en la Universidad Central, Padrós siguió dos cursos de doctorado. Fue eximida del pago de matrícula, por haber sido calificada con matrícula de honor, e hizo estudios de sánscrito, historia de la filosofía, más literatura o estética. El ejercicio de grado para sacarse el doctorado lo hizo el 27 de abril de 1893, sacando un sobresaliente.
Terminados los estudios de Matilde, su padre la necesitaba para viajar, sobre todo a París, y tratar de copiar los diseños que allí se veían. Así pues, tras tan brillante carrera intelectual, primero obedeció a su padre, y después sería ama de casa.
Girados los goznes del siglo XX, Padrós conoció al ilustrador malagueño Francisco Sancha. Tras un noviazgo a la antigua se casaron en 1906. En 1911, se fueron a Londres. Matilde Padrós trabajó de profesora de español, así como redactora de la Enciclopedia Británica.
En 1922, la familia regresó a España, a Madrid. Matildey muere en 1937
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